El año verde
En un reino, había un rey que le mentía a su pueblo. Él era sordo. Prometía que cuando llegara en el año verde, iban a se felices. ¡Ese año, no llegaba nunca!
Un muchacho se cansó de esperar, agarró su brocha, la pintura y empezó a pintar algunas cosas de verde. De a poco todos empezaron a pintar todo, hasta el castillo y también por adentro. El rey huyó, porque había mentido y no podía cumplir con su promesa.
Una lluvia torrencial descoloró a todo el reino, pero jamás pudo quitar el verde de sus corazones.
Un muchacho se cansó de esperar, agarró su brocha, la pintura y empezó a pintar algunas cosas de verde. De a poco todos empezaron a pintar todo, hasta el castillo y también por adentro. El rey huyó, porque había mentido y no podía cumplir con su promesa.
Una lluvia torrencial descoloró a todo el reino, pero jamás pudo quitar el verde de sus corazones.
Por Matias
Cuento Gigante
Bruno era un gigante de ojos azules y tenía un enorme corazón.
Él vivía frente al mar.
La playa era su balcón y el mar su bañera. Bruno era muy amoroso y feliz.
Un día se enamoró de una pequeña mujer.
Ella se llamaba Leila era egoísta y también tenía una trenza muy larga.
Él con mucho amor construyó una enorme casa hecha de piedras y con muchísimas escaleras y estaba junto a la playa.
A Leila no le gustó la enorme casa.
Ella quería una pequeña casita en la ciudad con cortinas de cretona y masetas de malvones.
Leila decidió irse porque no le gustó donde iba a vivir y se fue con otro pequeño hombre y en poco tiempo se casaron.
Bruno, esperaba encontrar otra pequeña mujercita capas de entender que su corazón gigante necesita mucho espacio para ser feliz.
Y con ella estrenará todas las escaleras de la casa de piedra…y con ella bailará en la cúpula, al compás de la música marina…y con ella tocará la piel helada de las estrellas.
Por Lucca
El caso Gaspar
Gaspar era un chico que vendía manteles por la calle.
Un día se cansó de caminar con los pies, entonces decidió caminar con las manos. Después de haber tomado esa decisión, comenzó a practicar. En su casa, frente a un espejo, ejercitó caminar con las patas para arriba y sobre las manos.
Después de unos meses aprendió, así fue que un día salió a vender sus manteles .Las personas lo miraron como si fuera un loco. Después de unos minutos, unos policías lo vieron a Gaspar caminando con las manos y lo atraparon. Él preguntó:
- ¿Por qué me atrapan? ¿No se puede caminar con las manos?
¡Nadie le respondía! Hasta que buscaron en unos libros y no había ninguna ley que prohibía caminar con las manos
Así fue que Gaspar siguió vendiendo sus manteles, recorriendo toda la ciudad, patas para arriba.
Por Alex
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Gaspar era un chico que vendía manteles por la calle.
Un día se cansó de caminar patas abajo, entonces desde ese día decidió caminar con las patas para arriba.
La gente lo miraba como algo raro y extraño, a él no le importaba nada lo que decía la gente.
Después se fue desde su casa a su trabajo caminando patas arriba y muy contento, sin importarle nada.
L os policías lo vieron caminando así y le dijeron que no se podía. Creían que estaba muy loco y lo llevaron a la comisaría.
Gaspar muy asombrado les dijo:
- ¡Señores! ¿Por qué no se puede caminar con las manos? preguntó.
Es verdad dijeron los policías, no molestas a nadie y desde ahí Gaspar caminó patas arriba como él quería.
Por Lucas
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Gaspar era un chico que vendía manteles por la calle.
Un día se cansó de caminar patas abajo, entonces desde ese día decidió caminar con las patas para arriba.
La gente lo miraba como algo raro y extraño, a él no le importaba nada lo que decía la gente.
Después se fue desde su casa a su trabajo caminando patas arriba y muy contento, sin importarle nada.
L os policías lo vieron caminando así y le dijeron que no se podía. Creían que estaba muy loco y lo llevaron a la comisaría.
Gaspar muy asombrado les dijo:
- ¡Señores! ¿Por qué no se puede caminar con las manos? preguntó.
Es verdad dijeron los policías, no molestas a nadie y desde ahí Gaspar caminó patas arriba como él quería.
Por Lucas
El pasaje de la Oca
El pasaje de la Oca era una callecita muy angosta. Allí la gente vivía muy apretada, pero feliz.
Un día apareció Álvaro Rueda, que era el dueño del terreno y quería que se fueran de allí. Él quería hacer en ese lugar, un edificio para archivar su valiosa colección de estampillas.
Todos los que vivían allí estaban muy preocupados. Entonces se reunieron para pensar cómo hacer para quedarse con el pueblo.
Primero pensaron en desobedecer al señor Rueda
Segundo, pensaron en mudar a todo el pasaje a otro lugar, enrollándolo como si fuera una alfombra.
En tercer lugar pensaron en trabajar todos juntos en equipo, empujando unos de un lado y otros del otro lado. ¡Eso funcionó!
Finalmente se mudaron a un campo, donde el pasaje quedó perfecto y todos se quedaron con su pueblo.
Un día apareció Álvaro Rueda, que era el dueño del terreno y quería que se fueran de allí. Él quería hacer en ese lugar, un edificio para archivar su valiosa colección de estampillas.
Todos los que vivían allí estaban muy preocupados. Entonces se reunieron para pensar cómo hacer para quedarse con el pueblo.
Primero pensaron en desobedecer al señor Rueda
Segundo, pensaron en mudar a todo el pasaje a otro lugar, enrollándolo como si fuera una alfombra.
En tercer lugar pensaron en trabajar todos juntos en equipo, empujando unos de un lado y otros del otro lado. ¡Eso funcionó!
Finalmente se mudaron a un campo, donde el pasaje quedó perfecto y todos se quedaron con su pueblo.
Por Jero
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“El Pasaje de la Oca”, era una callecita muy angosta. Allí la gente vivía feliz, pero apretujados.
Un día apareció Álvaro Rueda, que era el dueño del terreno y les dijo a todos los habitantes que desalojaran el lugar.
Los habitantes pensaron qué hacer, hasta que a Don Martín, se le ocurrió una idea que era agarrar el pasaje y llevarlo al campo. Para lograr esto todos se unieron y colaboraron. Pensaron muchísimas maneras de mudarse y finalmente decidieron en poner una alfombra y tirar cada uno de un lado.
Cuando Álvaro Rueda llegó, se sorprendió por ver el terreno vacío y todos vivieron felices.
“El Pasaje de la Oca”, era una callecita muy angosta. Allí la gente vivía feliz, pero apretujados.
Un día apareció Álvaro Rueda, que era el dueño del terreno y les dijo a todos los habitantes que desalojaran el lugar.
Los habitantes pensaron qué hacer, hasta que a Don Martín, se le ocurrió una idea que era agarrar el pasaje y llevarlo al campo. Para lograr esto todos se unieron y colaboraron. Pensaron muchísimas maneras de mudarse y finalmente decidieron en poner una alfombra y tirar cada uno de un lado.
Cuando Álvaro Rueda llegó, se sorprendió por ver el terreno vacío y todos vivieron felices.
Por Marcos
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El pasaje de la oca era una callecita angosta donde todos los habitantes vivían felices.
Un día vino un señor llamado Álvaro Rueda, había comprado el terreno e iba a demolerlo para construir un edificio para guardar, su colección de estampillas y les había dicho a los habitantes que se mudaran cuanto antes.
Algunos dijeron de quedarse por la fuerza y desobedecer a Álvaro Rueda. Pero esa solución era peligrosa. Esa fue la 1ra solución. La 2da solución fue enrollar El pasaje de la Oca como un tapiz. Pero se romperían todos los floreros, los jarrones, los espejos y las copas.
La 3ra solución era ir a la India y conseguir un mago para llevar la calle en una alfombra mágica. Pero el viaje era muy caro y también la India quedaba un poco lejos. Y de pronto un viejo llamado Don Martín tuvo una idea. Él dijo que las personas de la callecita se dividieran en dos grupo, uno tenía que tirar con todas sus fuerzas y el otro grupo empujar con vigor. Esa fue la cuarta solución, y funcionó.
Todos los habitantes se habían ido al campo. Mientras tanto Álvaro Rueda llegó a la callecita y encontró el terreno vacío.
En el campo vivieron todos felices.
Por Mora
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El pasaje de la Oca era una callecita muy angosta. Allí la gente vivía feliz, pero apretujada. Se podían saludar de casa en casa.
Un día apareció Álvaro Rueda, que era el dueño del terreno. Él quiso demoler las casitas del pasaje de la Oca, para poner un enorme edificio y guardar su colección de estampillas.
Todos los habitantes decidieron juntarse y en una alfombra trasladaron el pasaje de la Oca a un lindísimo campo.
Todos vivieron muy felices allí y Álvaro rueda quedó sorprendido.
Por Máximo
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El pasaje de la Oca, era una calle muy pero muy angosta, hasta que podían llegar a chocarse los ¡cinco!.
Allí todos eran muy felices, pero estaban muy apretujados.
Un día llegó un señor llamado Álvaro Rueda, que era el dueño del “Pasaje de la Oca”. Él quería desalojar a la gente para construir un edificio para guardar sus estampillas y dijo:
-¡Mañana voy a desalojar a la gente de esta callecita!
Y todos preocupados pensaban una manera de que Álvaro Rueda no los saque de la callecita.
Todas las personas empezaron a pensar y a don Martín se le ocurrió una idea que era mover todo el lugar en una alfombra gigante.
Por suerte movieron todo el pasaje a un campo.
Al otro día, Álvaro Rueda llegó a donde estaba la callecita y no la vio porque había desaparecido!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Por Pepo
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El pasaje de la Oca era una callecita angosta. Allí la gente vivía feliz. Un día, llego Álvaro Rueda que quiso destruir el Pasaje, porque quería hacer un edificio para guardar. Los habitantes su unieron y empujaron el Pasaje a un campo. Fue así que salvaron al pasaje de la Oca.
Por Isa E.
Una trenza tan larga….
El cuento se trata de una chica llamada margarita. Ella tenía el pelo muy largo con una larguísima trenza. Vivía con su mamá, papá, su abuela y sus dos hermanas mayores.
Para peinarla viajaban hasta el campo donde la destrenzaban y peinaban en el ancho verde del campo. Los primeros metros los peinaba la mamá, luego seguía la abuela peinando, unos cuantos metros más, después sus hermanas quejándose porque esa tarea era aburrida y por último su papá que peinaba lo últimos metros de pelo de su hija menor.
Un día, ella tenía que ir al colegio pero no podía con su larguísimo pelo. Sus hermanas decían que se lo tenían que cortar muy corto, porque estaban muy celosas.
Su mamá pensó en una idea para que fuera al colegio sin tener que cortárselo. ¡Le hizo un rodete!. Cuando terminaron de hacérselo, Margarita no se podía levantar ni tampoco pasar por la puerta de lo alto que era. Después ella pensó y llamó a todos sus amigos para que vinieran a buscarla. Uno en autito y otra en patines agarrando la trenza larguísima. Todos juntos la ayudaron a llegar a la escuela y mientras tanto jugaban con su trenza.
Ellos se divirtieron mucho en el recreo. Margarita decidió quedarse con su pelo largo.
Para peinarla viajaban hasta el campo donde la destrenzaban y peinaban en el ancho verde del campo. Los primeros metros los peinaba la mamá, luego seguía la abuela peinando, unos cuantos metros más, después sus hermanas quejándose porque esa tarea era aburrida y por último su papá que peinaba lo últimos metros de pelo de su hija menor.
Un día, ella tenía que ir al colegio pero no podía con su larguísimo pelo. Sus hermanas decían que se lo tenían que cortar muy corto, porque estaban muy celosas.
Su mamá pensó en una idea para que fuera al colegio sin tener que cortárselo. ¡Le hizo un rodete!. Cuando terminaron de hacérselo, Margarita no se podía levantar ni tampoco pasar por la puerta de lo alto que era. Después ella pensó y llamó a todos sus amigos para que vinieran a buscarla. Uno en autito y otra en patines agarrando la trenza larguísima. Todos juntos la ayudaron a llegar a la escuela y mientras tanto jugaban con su trenza.
Ellos se divirtieron mucho en el recreo. Margarita decidió quedarse con su pelo largo.
Por Vicky
El Comesol
El Comesol, era un gato. Lo llamaban así, porque tomaba mucho sol.
Los demás gatos pensaban que tenía todos los sesos quemados.
Él inventó una máquina que atrapaba todo el sol y lo guardaba en barriles para después venderlo.
Los demás animales del baldío corrían peligro de congelarse, porque no tenían sol.
Todos estaban muy preocupados con la actitud del gato y decidieron unirse para buscar una solución.
Finalmente el gato fue encerrado en una cueva y los animales recuperaron el sol.
Por Delfi
Sobre la falda
El cuento trata de una familia que se sentaba uno arriba del otro.
Ellos se divertían mucho, pero a veces, causaban problemas a los demás.
Un día, viajaron a Europa en avión, y se sentaron uno arriba del otro, como siempre. La azafata les dijo que no se podían sentar así. Entonces tuvieron que obedecer, cada uno se sentó ocupando su lugar, sino el avión no despegaba
Por suerte comprendieron, que es más cómodo sentarse solos que todos en una misma silla.
Los vecinos cuentan que a veces en su casa los ven sentándose como antes.
Me pareció un cuento muy divertido. Los personajes de esta historia hacen cosas muy disparatadas.
Por Cami
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Ellos se divertían mucho, pero a veces, causaban problemas a los demás.
Un día, viajaron a Europa en avión, y se sentaron uno arriba del otro, como siempre. La azafata les dijo que no se podían sentar así. Entonces tuvieron que obedecer, cada uno se sentó ocupando su lugar, sino el avión no despegaba
Por suerte comprendieron, que es más cómodo sentarse solos que todos en una misma silla.
Los vecinos cuentan que a veces en su casa los ven sentándose como antes.
Me pareció un cuento muy divertido. Los personajes de esta historia hacen cosas muy disparatadas.
Por Cami
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Los Lande formaban una buena familia: Papá Tomás, Mamá Clara, Tomasito y los dos mellizos.
Ellos tenían una costumbre de sentarse uno arriba del otro.
Solo tenían una hermosa silla de madera para sentarse ¿Para qué otra? Papá Tomás la usaba para: desayunar, almorzar, merendar y cenar.
Sobre su falda se sentaba Mamá Clara, después Tomasito y luego los mellizos, primero Javier y después Mónica.
En el jardín de su casa no había más que una hamaca de hierro forzada, bien forzada, simplemente para soportar el peso de los cinco juntos y allí se balanceaban durante las noches de verano mientras que Papá, Mamá, Tomasito y Javier cantaban y Mónica tocaba la guitara.
Así estaban en su casa pero tenían un problema que era: tenían la misma costumbre de sentarse arriba del otro, en otros lugares.
Una tarde ellos decidieron ir al cine, papá pago cinco entradas. Había cinco sillas pero la familia Lande solo ocupo una sola. La gente que estaba atrás se quejaba diciendo
-No puedo ver la película.
-¡Siéntense separados!
-¡Ayuda! hay locos en la sala
La seguridad vino y dijo:
-O se separan o se van.
La familia tomo sus cosas y se marcho del cine. Cuando llegaron a su casa Tomás le dijo a Clara:
-Tendremos que viajar a Europa.
- Sí, sí - dijo Tomasito
-Vamos a viajar en un avión viva sí.
Así fue como la familia Lande empaco y se fueron al aeropuerto. Se subieron al avión y se sentaron uno arriba del otro, una azafata les dijo:
-No estarían más cómodos separados
-Separados ¡Jamás!
-Se tendrán que poner el cinturón ¡sepárense!
Después de un rato Mónica bajo de la montaña y exclamo:
-¡Que cómodo!
Después bajo Javier:
-¡Que cómodo!
Después bajo Tomasito:
-¡Que cómodo!
Después de media hora bajo Clara:
-¡Que cómodo!
Y así fue como la familia Lande se sentó sola. Pero tengo un secreto: “De vez en cuando se los ve sentados uno arriba del otro”.
Por Violeta
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La familia Lande, se divertía mucho, se sentaban uno arriba de la falda del otro, pero a veces causaban problemas a los demás.
Un día viajaron en avión y se sentaron como siempre, uno arriba del otro, pero la azafata les dijo que no se podían sentar así, porque al despegar se iban a caer. Por suerte obedecieron y el avión despegó. Fue la primera vez que cada uno ocupaba su asiento .
Los vecinos cuentan, que en secreto en su casa, los ven de vez en cuando sentarse uno sobre la falda del otro.
Por Fini
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Los Lande era una familia como todas las otras. Su papa Tomás, su mamá Clara, Tomasito y los mellizos. Pero estaban acostumbrados a sentarse uno arriba del otro.
Un día que fueron al cine y se sentaron uno arriba del otro se terminaron yendo porque se sentaron uno arriba del otro y los echaron. Otro día que fueron a un avión se sentaron uno arriba del otro y no los dejaron sentar de esa manera, así que se tuvieron que sentar uno en un asiento y otro en otro.
Por Mateo L.
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La familia Lande, se divertía mucho, se sentaban uno arriba de la falda del otro, pero a veces causaban problemas a los demás.
Un día viajaron en avión y se sentaron como siempre, uno arriba del otro, pero la azafata les dijo que no se podían sentar así, porque al despegar se iban a caer. Por suerte obedecieron y el avión despegó. Fue la primera vez que cada uno ocupaba su asiento .
Los vecinos cuentan, que en secreto en su casa, los ven de vez en cuando sentarse uno sobre la falda del otro.
Por Fini
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Los Lande era una familia como todas las otras. Su papa Tomás, su mamá Clara, Tomasito y los mellizos. Pero estaban acostumbrados a sentarse uno arriba del otro.
Un día que fueron al cine y se sentaron uno arriba del otro se terminaron yendo porque se sentaron uno arriba del otro y los echaron. Otro día que fueron a un avión se sentaron uno arriba del otro y no los dejaron sentar de esa manera, así que se tuvieron que sentar uno en un asiento y otro en otro.
Por Mateo L.
Cuento gigante
Bruno era un gigante. Era muy grande, tenía ojos azules, también buen carácter, parecía un pez en traje de baño. Él vivía en una casa frente al mar.
Un día se encontró con una mujercita llamada Leila. Ella era chiquita, flaquita y
tenía una trenza castaña con moños azules.
Bruno le preguntó a Leila:
-¿No me tienes miedo?
-Por qué tendría que temerte. ¡Eres hermoso!
-¿Hermoso yo?
-Sí, eres hermoso, me encanta el metro de color azul que tienes en cada ojo.
Al día siguiente, Bruno se enamoró de Leila y le pidió matrimonio. Ella muy contenta le respondió: “sí”.
Durante todo el verano y todos los días, ellos se encontraban en la playa. Hasta que… el último día del verano, Bruno la llevó a conocer la casa que había construido con mucho amor para vivir con ella.
Cuando Leila vio la enorme casa empezó a chillar:
-¡No, no, y no! No me gusta. Quiero una casa chiquita con cortinas de cretona y macetas con malvones. ¡Adiós Bruno! No puedo vivir aquí. Yo necesito algo más pequeño.
A las pocas semanas Leila se había casado con un señorcito de su tamaño y Bruno quedó esperando por alguna mujer con el corazón gigante como él.
Un día se encontró con una mujercita llamada Leila. Ella era chiquita, flaquita y
tenía una trenza castaña con moños azules.
Bruno le preguntó a Leila:
-¿No me tienes miedo?
-Por qué tendría que temerte. ¡Eres hermoso!
-¿Hermoso yo?
-Sí, eres hermoso, me encanta el metro de color azul que tienes en cada ojo.
Al día siguiente, Bruno se enamoró de Leila y le pidió matrimonio. Ella muy contenta le respondió: “sí”.
Durante todo el verano y todos los días, ellos se encontraban en la playa. Hasta que… el último día del verano, Bruno la llevó a conocer la casa que había construido con mucho amor para vivir con ella.
Cuando Leila vio la enorme casa empezó a chillar:
-¡No, no, y no! No me gusta. Quiero una casa chiquita con cortinas de cretona y macetas con malvones. ¡Adiós Bruno! No puedo vivir aquí. Yo necesito algo más pequeño.
A las pocas semanas Leila se había casado con un señorcito de su tamaño y Bruno quedó esperando por alguna mujer con el corazón gigante como él.
Por Caro
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Bruno era un gigante. Él vivía frente al mar. Era enorme, tenía enormes pies, brazos larguísimos y un corazón muy grande también.
A Bruno le pasó que se enamoró de Leila. Ella era pequeña, hermosa, tenía una trenza larga y era apenas más grande que su huella.
Cuando el gigante le preguntó a la mujercita, si no le tenía miedo, ella le contestó que no y que le gustaba, y le dijo que era hermoso.
Por eso Bruno le propuso matrimonio y ella le respondió:
-¡Sí!, sí acepto.
Él con amor construyó una casa para su prometida. Era una “mansión”. A ella no le gustó la casa, porque tenía muchas escaleras y era muy grande para ella.
Leila decidió dejar a Bruno e irse con otro señor de su tamaño. Al pobre gigante se le rompió el corazón de tristeza. Él la recordó siempre, pero esperaba encontrar a una señora que lo entendiera y lo amara de verdad.
Por Viole L.
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Bruno era un gigante. Él vivía frente al mar. Era enorme, tenía enormes pies, brazos larguísimos y un corazón muy grande también.
A Bruno le pasó que se enamoró de Leila. Ella era pequeña, hermosa, tenía una trenza larga y era apenas más grande que su huella.
Cuando el gigante le preguntó a la mujercita, si no le tenía miedo, ella le contestó que no y que le gustaba, y le dijo que era hermoso.
Por eso Bruno le propuso matrimonio y ella le respondió:
-¡Sí!, sí acepto.
Él con amor construyó una casa para su prometida. Era una “mansión”. A ella no le gustó la casa, porque tenía muchas escaleras y era muy grande para ella.
Leila decidió dejar a Bruno e irse con otro señor de su tamaño. Al pobre gigante se le rompió el corazón de tristeza. Él la recordó siempre, pero esperaba encontrar a una señora que lo entendiera y lo amara de verdad.
Por Viole L.
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Cuento con caricia
Había una vez un tero que no sabia lo que era una caricia….
Un día vino un changuito que lo acarició, al tero le gustó y se puso contento. Después quiso compartir la caricia con alguien.
El tero se encontró con la vaca y le dio una caricia y la vaca se emocionó de lo lindo que era una caricia.
Entonces la vaca se encontró con el armadillo y le compartió una caricia y al armadillo le gustó mucho.
Después el armadillo se encontró con una serpiente y el armadillo le dio una caricia y a la serpiente le encantó y quiso compartirla con alguien.
Más tarde la serpiente se encontró con el changuito y quiso compartir con él la caricia, pero el changuito se asustó y se fue corriendo.
Por Ian
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Una mañana un pescador vio a un ave y la acarició al ave y el ave se sintió feliz y otro día se la dio a una vaca y la vaca se sintió muy bien y la vaca se la dio a un armadillo, el armadillo se sintió perfecto y el armadillo se la dio a un puercoespín, el puercoespín se la dio a una hormiga y ella al pescador.
Por Franco
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Había una vez un changuito que estaba pescando y vino un tero.
Una vez el changuito le hizo una caricia al tero, y le gustó tanto que se la hizo a la vaca, a la vaca le gustó tanto que se la pasó al armadillo, al armadillo le gustó tanto que se la hizo al puercoespín, al puercoespín le gustó tanto que se la hizo a la liebre, a la liebre le gustó tanto que se la hizo al changuito.
Por Floro
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Había una vez un changuito que acarició a un tero, al tero le gustó mucho la caricia entonces quiso dársela a alguien.
El tero vio a una vaca y le quiso regalar la caricia a ella. El tero le regalo la caricia a la vaca y a la vaca le gustó.
La vaca se encontró con el armadillo, la vaca quiso regalársela a él y se la regaló.
Al armadillo la gustó mucho, entonces quiso regalársela a alguien.
A la noche un puercoespín salió de su puerta, se encontró con el armadillo y el armadillo no le gustó justo a encontrarlo él por los pinches que tenía en el cuerpo, entonces el armadillo acarició al puercoespín dónde no tenia púas y al puercoespín le encantó.
El puercoespín quiso regalársela a alguien, entonces fue a regalársela a el caballo que estaba ahí, el caballo estaba fascinado, el caballo fue regalársela al changuito y el changuito se puso feliz.
Por Regi
Un día vino un changuito que lo acarició, al tero le gustó y se puso contento. Después quiso compartir la caricia con alguien.
El tero se encontró con la vaca y le dio una caricia y la vaca se emocionó de lo lindo que era una caricia.
Entonces la vaca se encontró con el armadillo y le compartió una caricia y al armadillo le gustó mucho.
Después el armadillo se encontró con una serpiente y el armadillo le dio una caricia y a la serpiente le encantó y quiso compartirla con alguien.
Más tarde la serpiente se encontró con el changuito y quiso compartir con él la caricia, pero el changuito se asustó y se fue corriendo.
Por Ian
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Una mañana un pescador vio a un ave y la acarició al ave y el ave se sintió feliz y otro día se la dio a una vaca y la vaca se sintió muy bien y la vaca se la dio a un armadillo, el armadillo se sintió perfecto y el armadillo se la dio a un puercoespín, el puercoespín se la dio a una hormiga y ella al pescador.
Por Franco
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Había una vez un changuito que estaba pescando y vino un tero.
Una vez el changuito le hizo una caricia al tero, y le gustó tanto que se la hizo a la vaca, a la vaca le gustó tanto que se la pasó al armadillo, al armadillo le gustó tanto que se la hizo al puercoespín, al puercoespín le gustó tanto que se la hizo a la liebre, a la liebre le gustó tanto que se la hizo al changuito.
Por Floro
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Había una vez un changuito que acarició a un tero, al tero le gustó mucho la caricia entonces quiso dársela a alguien.
El tero vio a una vaca y le quiso regalar la caricia a ella. El tero le regalo la caricia a la vaca y a la vaca le gustó.
La vaca se encontró con el armadillo, la vaca quiso regalársela a él y se la regaló.
Al armadillo la gustó mucho, entonces quiso regalársela a alguien.
A la noche un puercoespín salió de su puerta, se encontró con el armadillo y el armadillo no le gustó justo a encontrarlo él por los pinches que tenía en el cuerpo, entonces el armadillo acarició al puercoespín dónde no tenia púas y al puercoespín le encantó.
El puercoespín quiso regalársela a alguien, entonces fue a regalársela a el caballo que estaba ahí, el caballo estaba fascinado, el caballo fue regalársela al changuito y el changuito se puso feliz.
Por Regi
Cuando fallan los espejos
Volví del colegio y me miré a mi espejo rosado.
Yo me veía con 3 años, tenía puesto pañales, una remera y un babero.
Estaba feliz y me sentía demasiada excitada porque había caminado por primera vez.
Mi mamá estaba conmigo y mi papá también, estábamos en el living y los dos me aplaudían y me decían: ¡bravo Agus, muy bien!
Por Agus
Yo me veía con 3 años, tenía puesto pañales, una remera y un babero.
Estaba feliz y me sentía demasiada excitada porque había caminado por primera vez.
Mi mamá estaba conmigo y mi papá también, estábamos en el living y los dos me aplaudían y me decían: ¡bravo Agus, muy bien!
Por Agus